viernes, 11 de julio de 2008

No volverá a ocurrir.


- Sintiéndolo mucho, he de confesar que tengo mi pequeña tienda algo abandonada - el joven moreno, de ojos vivaces, bajó con lentitud y parsimonia la cabeza, en gesto de moderado respeto.

El encargado, enarcando una ceja escéptica, no suavizó el gesto por un instante. Ceñudo, introdujo una de sus callosas manos en uno de los sacos que parecian brotar del mismo suelo, terroso; al remover su contenido, una intensa fragancia, cargada de sentimientos y recuerdos, golpeó la memoria del bigotudo caballero.

- Devdas, sabes de sobra que...- cierra los ojos por un instante, intentando concentrar sus pensamientos en la pequeña reprimenda que sólo hace un instantes iba a soltar de carrerilla - ...tener un establecimiento abierto aqui no es precisamente algo que deba despreciarse a la ligera. Y más cuando se tiene el privilegio de poder vender lo que a uno se le antoja, tal y como lo haces tu.

El mero destello inteligente y atento de los ojos oscuros del hombre joven fueron como una prerrogativa para que continuase; carraspeó:

- Espero que entiendas entonces que tenga que llamarte la atención. Me caes demasiado bien, chico; y lo que ofreces al público está haciendo bien a mucha gente...- se silencia un instante, pensativo, ladeando con un gesto de sus labios el inmenso y entrecano bigote que adorna la comisura de sus labios - Bien...haré la vista gorda por esta vez, Devdas...Pero espero que no se vuelva a repetir...

Dicho esto, e intentando mantener una compostura digna y severa, Ibrahim, el alguacil del bazar, se giró.
No pudo reprimir una sonrisa llena de ternura, ya de espaldas, ante las palabras del muchacho hindú, que con voz estremecida por el agradecimiento, apenas musitó:

- Muchas gracias, mensahib...Le prometo que no volverá a ocurrir.

Dejando atrás el pequeño universo de luces y sueños, olores y esperanzas, Ibrahim sabía que sería asi...


Siento tener esto abandonado tanto, pero entre pintos y valdemoros, nunca encuentro inspiración para actualizar un poquito más a menudo. Espero que podais comprenderlo, porque aunque poco, como veis, sigo por aqui.

¡Que la luz de los luceros sigan iluminando vuestras esperanzas y vuestros sueños!

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